sábado, 2 de marzo de 2024

Historia Universal/ Las ilusiones y el desencanto tras la Segunda Guerra Mundial

 


1945. Los jóvenes que han derrotado al fascismo, se sienten invencibles. No quieren más de lo mismo. Quieren cambios, una vida decorosa y digna. Esperan un mundo nuevo. En el Reino Unido, la sociedad que veía a Winston Churchill como a un héroe nacional durante la guerra, en la paz decide no votar por él, porque, como político, Churchill promete volver a la vida que ya los jóvenes no quieren. De esto y más, trata el documental de Ken Loach, de 2013.


El espíritu del 45 y el Estado de Bienestar

Aristides Cajar Páez

 El espíritu del 45 (2013) es un documental del cineasta británico Ken Loach, que detalla el surgimiento del Estado de Bienestar en Reino Unido tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Habla de cómo las aspiraciones y los sueños de la sociedad británica al final del conflicto y cómo el Partido Laborista canalizó estas aspiraciones que no supieron ver los conservadores. A través de La las voces de gente que vivió la posguerra y las profundas transformaciones que tuvieron lugar en la sociedad británica en los años posteriores al conflicto bélico.

La cinta muestra cómo se va construyendo el entramado de instituciones inéditas para la sociedad británica a lo largo de los siguientes años y décadas, dentro de un programa que no dudan en llamar “socialista” y cómo a comienzos de la década de 1980, en medio de la crisis económica, se corta abruptamente esta dinámica con el ascenso de la conservadora Margaret Thatcher, Primera Ministra británica.

Thatcher se dedicó a desmontar el entramado de empresas y actividades que habían sido nacionalizadas durante los años de posguerra, como la industria del carbón, los trenes o el servicio de salud nacional, que se consideraban caras conquistas sociales de los trabajadores.


El fin de la guerra

Loach inicia su documental mostrando los rostros jóvenes jubilosos que celebran el fin de la guerra, los soldados que regresan a casa y son recibidos como héroes, las imágenes dejan ver a estos muchachos con unos rostros llenos de esperanza. El futuro parece brillante.

Luego, el cineasta nos confronta con la realidad previa a la guerra. El júbilo de esos chicos que regresan de la batalla o de los que han resistido en casa los bombardeos y el asedio, no quieren volver a la vida de antes de la guerra.

Inglaterra, potencia industrial y factoría del mundo solía ser un lugar lleno de desigualdad e injusticia. Los testimonios que presenta Loach hablan de un país donde campea la pobreza, la gente debe hacinarse en casas pequeñas y oscuras infestadas de alimañas y trabajar por un salario mísero. Solo algunos privilegiados gozan de una vida cómoda. El resto trabaja de sol a sol y con esas cuantas monedas debe pagar por casi todo.

Los jóvenes que han estado en el frente de batalla, que sienten que han derrotado al fascismo, se sienten invencibles. No quieren más de lo mismo. Quieren cambios, una vida decorosa y digna. Esperan un mundo nuevo.

Para muchos será una sorpresa que justamente la sociedad que veía a Winston Churchill, primer ministro británico durante la guerra, como a un héroe nacional, en la paz decida no votar por él. Esto se debe a que justamente, como político, Churchill promete más de lo mismo, volver a la vida que ya los jóvenes no quieren.



En la cinta se detalla cómo en aquella Inglaterra de inicios del siglo XX la salud de los más pobres se paga con dinero y si no lo hay, la muerte es una perspectiva habitual; los capataces en las minas son crueles y déspotas y la seguridad de los mineros no vale nada: por unos kilos de mineral, la vida de los mineros vale muy poco en galerías subterráneas con muros sin apuntalar.

Por eso para los británicos no es una sorpresa que los Laboristas logren capitalizar ese voto descontento. Son capaces de articular un discurso cónsono con ese malestar y esas aspiraciones y proponen un programa que busca dignificar la vida de la gran masa trabajadora. Y parecen dispuestos a cumplirlo.

En medio de ese ambiente asume el cargo de Primer Ministro Clement Attlee, en 1945 quien se pone manos a la obra e inicia la construcción del Estado de Bienestar en el Reino Unido. Este proceso cubrirá una serie de hitos:

El 1 de enero de 1947 se produce la transferencia de la propiedad del Carbón al sector público, que significó una mejora sustancial en la remuneración y la seguridad de los mineros.



En 1947 se establece el Plan Laborista Nacional para los Muelles, que acaba con la precariedad laboral de los trabajadores portuarios.

En 1948 la electricidad se incorpora al sector público, mientras que el gas lo hace en 1949.

Otro de los programas laboristas fue el de dotar de casas dignas a los sectores populares.

Con Thatcher, todo esto cambia. Los estibadores, pese a que desde 1947 contaban con el Plan Nacional para los Muelles, solo pudieron conseguir la estabilidad laboral hasta la década de 1960. Y en 1989, el plan quedó eliminado.

Ese mismo año se produce la privatización de la energía eléctrica y en 1994 tiene lugar la privatización de los trenes.

Y en 2011 se privatizan algunos servicios de correo.

Uno de los cambios más sentidos ha sido el ocurrido en los Servicios Nacionales de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) uno de los más queridos por los británicos al permitir atención de alta calidad prácticamente gratuita para todos los habitantes del Reino Unido. No se privatizó, pero desde la década de 1980 empezó a tercerizar algunos servicios y perdió su espíritu.

Durante todo el metraje domina el blanco y negro, que al principio está compuesto por escenas de la época, documentales y discursos, pero también los testimonios se graban en blanco y negro quizás para darle un tono dramático al filme.

En la última parte, cuando se detallan las reformas neoliberales que desmontan las instituciones del Estado de Bienestar, se ven bajo este mismo ambiente “gris” la resistencia de los trabajadores frente a las cargas policiales y la amarga constatación de que el Partido Laborista abandonó a sus bases obreras para convertirse en otro partido de la clase media, que ya no representa a los trabajadores.

Sin embargo, Ray Davies, obrero siderúrgico, uno de los entrevistados durante el documental afirma tener fe de que el espíritu del 45 prevalecerá y todo cambiará una vez más. Algo similar a lo que dice Dor Gibson, Secretaria General de la Convención Nacional de Pensionistas que aboga por acompañar a las jóvenes en las luchas por la justicia social de la actualidad.


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