El ferrocarril de Panamá, inaugurado en 1855, fue uno de los pioneros en la comunicación intermodal del mundo. Precursor del canal interoceánico, antecediéndolo por medio siglo, fue responsable del cosmopolitismo que marcó desde entonces al Istmo de Panamá, pero también fue causa de conflictos sociales y la primera avanzada del control estadounidense en la estratégica ruta transístmica.
El canal de vapor y hierro
Aristides Cajar Páez
A comienzos
del siglo XIX había un creciente interés mundial en lograr una conexión
comercial efectiva, entre las costas de Pacífico de América del Sur y el
Atlántico norte.
El istmo
centroamericano se había convertido en la región ideal para desarrollar este
proyecto, por ser la más estrecha del continente que separaba los dos grandes
océanos del mundo.
Varias rutas
se disputaban la primacía del paso interoceánico: el istmo de Tehuantepec, en
México; Honduras; Nicaragua y por supuesto, el istmo de Panamá.
Panamá
constituía sin duda la franja de tierra más delgada de toda Centroamérica,
ideal para tal propósito, aunque no podía dar por descontada su ventaja
respecto a las otras alternativas.
El siglo XIX
había visto la irrupción del vapor como el elemento impulsor de la revolución
industrial y la consiguiente revolución de los transportes, que había producido
el barco de vapor y el ferrocarril.
Primero en
Inglaterra, pronto en el resto de Europa y Norteamérica, las redes de trenes
acortaron las distancias y sumaron velocidad para unir puntos distantes y
conectar con las veloces rutas de naves de vapor que ahora en cuestión de días
o semanas surcaban los mares. El comercio y el capitalismo marchaban,
literalmente, a todo vapor.
La ruta de
Panamá
Desde el
siglo XVI se había concebido la idea de construir un canal interoceánico a
través del Istmo de Panamá, pero la tecnología disponible en ese tiempo lo hizo
irrealizable. Los avances del siglo XIX revivieron la idea, pero los
imperativos económicos de la expansión industrial capitalista a comienzos de
siglo, presionaban por concretar una solución eficiente a corto plazo.
Durante unos
30 años “se hicieron no menos de 10 intentos, concesiones o contratos con
diversos individuos y compañías extranjeras, para estudiar las posibilidades de
utilizar la ruta transístmica, bien fuera abriendo un camino de macadam, un
canal o utilizando un ferrocarril”, señala el historiador panameño Alfredo Castillero.
A pesar de que algunos hombres de negocios
británicos mostraron algún interés por construir una vía interoceánica a través
del istmo de Panamá, no parece haber sido prioridad para Gran Bretaña el
desarrollo de un Canal.
Pronto, el
creciente expansionismo de la nueva potencia mundial, los Estados Unidos,
cambiaría las reglas del juego e impondría su visión.
Aventureros
como el barón de Thierry o Agustín Salomón y Mateo Klein se acercaron al
gobierno de la Nueva
Granada, que a partir de la segunda década del siglo XIX mantenía el control
del Istmo de Panamá, a proponer proyectos que iban desde un canal hasta una vía
férrea entre las costas de ambos mares. Eran, a menudo, proyectos sin
suficiente base técnica o respaldo financiero.
La empresa
El
empresario estadounidense William H. Aspinwall, impulsor y presidente de la
Pacific Mail Steam Ship Co., la primera empresa naviera norteamericana de vapor
autorizada a navegar hacia las costas de California y Oregón, había prefigurado
desde el principio la comunicación por vía férrea a través del Istmo
centroamericano para su flota de vapores. Aspinwall vio su oportunidad ante los
fracasos y las inconsistencias de los anteriores proyectos en la ruta de Panamá
y propuso a Bogotá la construcción de un ferrocarril a través del Istmo.
La
legislatura de Nueva York había dado su aval a la nueva empresa de
ferrocarriles, que se llamaría Panama Rail Road Company el 13 de abril de 1849,
“con un capital de un millón de dólares en acciones nominativas de 100 dólares
cada una y con posibilidad de ampliación hasta 5 millones”.
El
presidente colombiano Tomás Cipriano de Mosquera concedió un contrato a
Aspinwall y sus socios Henry Chauncey y John L. Stephens, para la construcción
de un ferrocarril en el Istmo.
El contrato
o acuerdo Stephens-Paredes, firmado el 15 de abril de 1850, estipulaba una
concesión por 49 años, que incluía la construcción y manejo del ferrocarril y
la exclusividad en la navegación por el río Chagres hasta la finalización de
los trabajos. También le concedió a la empresa tierras de forma gratuita para
el establecimiento de puertos, estaciones, posadas, etc., necesarias para la
obra. En el artículo 16 del convenio, incluso se le concede la isla de
Manzanillo en la bahía de Limón, si la compañía consigue que la línea férrea
llegue hasta allí, lo que a la larga dará pie al surgimiento de la ciudad de
Colón, bautizada inicialmente por los norteamericanos como Aspinwall, en honor
al visionario constructor.
En 1852, la
Panama Railroad Co. firmó un contrato con el Servicio Postal de Estados Unidos
para transportar el correo a través de la ruta del Istmo. Inicialmente se
pagaría una tarifa por peso, pero antes de que terminaran las obras del
ferrocarril, el contrato cambió y se estableció el pago de una tasa fija de
$100.000 anuales. Cuando en 1860 terminaron los contratos de transporte
marítimo del correo estadounidense, la tarifa se modificó de nuevo y quedó en
sólo $25.000 anuales. Este contrato se reforzó con la alianza entre la compañía
del ferrocarril y la Pacific Mail, y el servicio de correos de compañías
terrestres privadas de los Estados Unidos como la Wells Fargo Co., para
transportar bienes de alto valor a través de la ruta istmeña.
La obra
El 12 de
octubre de 1849, la Panama Rail Road Company firmó un contrato de construcción
con una empresa dirigida por George M. Totten y John G. Trautwine para que se
encargasen de la obra. A inicios de 1850, el presidente de la Panama Railroad
John Stephens, viajó al istmo de Panamá para dirigir los trabajos. Por
desacuerdos, se rescindiría el contrato, pero tanto Totten como Trautwine
continuarían trabajando para la obra como empleados de la compañía del
ferrocarril.
La
construcción comenzó en mayo de 1850. Se trajeron trabajadores de China, culis
de la India, irlandeses, ingleses, franceses, austriacos, y de otras latitudes
ante la escasez y reticencia de la mano de obra local. Arribaban en los barcos
de la empresa Howland & Aspinwall. El terreno, el clima y las enfermedades
eran terribles. Hubo una gran mortandad entre los obreros por esta causa,
especialmente entre los chinos, donde la melancolía los llevó con frecuencia al
suicidio. La empresa luego trajo trabajadores de la región y de las Antillas,
Si en 1850 contaba con 500 trabajadores, para
1851 ya eran 1.000. Llegaron a un máximo de 7.000 trabajadores en 1853.
No hay un
consenso sobre la cifra total de trabajadores al final de la obra ni de la
cantidad de aquellos que murieron. El único dato cierto es el de los 6,000 que
fueron enterrados en el cementerio de Mount Hope.
La carencia
de registros sobre los trabajadores no blancos y sus defunciones contribuye a
esta falta de datos, así como el desconocimiento sobre el destino de muchos de
los cuerpos de los fallecidos.
Al respecto,
Eduardo Martín Cuesta refiere además que:
“Según algunas versiones, ante la dificultad de disponer de los cadáveres o para obtener ingresos, los cadáveres eran metidos en barriles de salmuera y formol, y enviados a Estados Unidos para venderlos a las escuelas de medicina. Supuestamente, con ese dinero se construyó el hospital de la línea ferroviaria. Aunque este tratamiento de los cuerpos no ha sido demostrado, algunas fuentes indican que en el hospital de la compañía en la ciudad de Panamá se encontraban en exposición diferentes esqueletos humanos, de trabajadores culis, chinos, etc.”.
El 27 de enero de 1855 finalizó la construcción del ferrocarril y el día 28 de enero partió el primer tren que cruzó desde Aspinwall/Colón hasta la ciudad de Panamá.
Las ventajas
del ferrocarril eran evidentes. Mientras que el cruce por mula y bote suponía
de 2 a 5 días con un costo promedio de 150 dólares, el cruce con el ferrocarril
representaba 4 horas, que luego se redujeron a 3.
El costo de
las vías excedió los cálculos de 1849. El promedio final por milla alcanzó los
100.000 dólares. Se requirieron trabajos adicionales para completar las
instalaciones portuarias y de trasbordo además del tendido de una línea
telegráfica. Para 1858, se habían invertido casi 8 millones de dólares. El costo total de la obra en los cinco años
que duró, se cifró en 7'407.535 dólares.
Desde 1853,
antes de su culminación, el ferrocarril sufrió robos y asaltos. Por ello, en
sociedad con Wells, Fargo & Cía. formaron una policía propia, a cargo de
Randolph ‘Ran’ Runnels, un ex Ranger de Texas que aplicó métodos drásticos,
como ejecuciones sumarias, al margen de la ley y la jurisdicción granadina,
para ‘pacificar’ la vía.
Consecuencias
La apertura
del ferrocarril transístmico de Panamá significó la primera vez que un
transporte de este tipo atravesaba de lado a lado un continente. No sería sino
hasta 1869 cuando Estados Unidos completaría su proyecto transcontinental en el
propio territorio norteamericano.
Del mismo
modo, el ferrocarril de Panamá implicó el inicio de la influencia y el control
creciente de Estados Unidos sobre la zona de tránsito transístmica.
Fue uno de
los primeros proyectos de transporte intermodal del mundo, al conectar por
primera vez las rutas navieras de vapores en ambas costas por medio de una vía
férrea.
El
ferrocarril facilitó el intercambio comercial y de pasajeros de ambas costas de
Estados Unidos, tuvo un importante papel durante la Fiebre del Oro de
California, acercó a Europa y Norteamérica a la costa del Pacífico suramericano
y muchos empresarios y comerciantes extranjeros, así como migrantes y
aventureros, se asentaron en Panamá, creando un ambiente de cosmopolitismo que
no existía en otros lugares de la Nueva Granada y que marcó la idiosincrasia
panameña para siempre.
Por otro
lado, también trajo conflicto y tragedia. Para los comerciantes criollos y los
habitantes de la zona de tránsito significó la ruina de sus negocios de
transporte de canoas y mulas por el antiguo camino del río Chegres y Venta de
Cruces, que era el utilizado para cruzar el Istmo desde tiempos coloniales.
Entre los
hechos más trágicos asociados a su irrupción está el Incidente de la Tajada de
Sandía, en 1856, provocado por la negativa de un viajero norteamericano a pagar
cinco centavos a un vendedor criollo por un pedazo de fruta. Esto provocó un
tumulto que dejó una veintena de muertos, la mayoría estadounidenses, obligó al
pago de una compensación injusta a Estados Unidos y fue el pretexto del primer
desembarco armado de Estados Unidos en el Istmo de Panamá, meses después del
incidente, cuando la zona había recobrado hacia tiempo la calma y la
normalidad.
Fuentes:
Cuesta, E.
M. (2015). Visión y planeamiento estratégico para unir dos océanos a través de
Panamá. El caso del William Henry Aspinwall y la Panama Rail Road Company
(1847-1861). Revista de Historia Industrial, 87-109.
Otis, F. N.
(1862). Illustrated history of the Panama Railroad. New York : Harper &
Brothers.
Castillero-Calvo,
A. (1973). Transitismo y dependencia: El caso del istmo de Panamá. NUEVA SOCIEDAD,
no.5, 35-56.
Poveda
Ramos, G. (2004). La construcción del ferrocarril de Panamá. Dyna, vol. 71,
núm. 143, 1-12
No hay comentarios:
Publicar un comentario