Hace 60 años, entre el 9 y el 12 de enero de 1964, perdieron la vida al menos 21 panameños durante los graves disturbios que causó la negativa de los habitantes de la entonces Zona del Canal, controlada por Estados Unidos, de permitir izar la bandera de Panamá junto a la estadounidense en sus sitios públicos. Las fuerzas armadas y de policía norteamericanas estacionadas entonces en el pais, reprimieron a la población civil panameña, produciendo aquellas muertes y centenares de heridos. El hecho provocó la ruptura de las relaciones entre Panamá y Estados Unidos y encausó el proceso para poner fin a la Zona del Canal y lograr el retorno de la vía interoceánica a manos panameñas.
El martirio
y la gloria
Aristides
Cajar Páez
Cuando regresaron de las vacaciones de Navidad el 2 de enero de 1964 los estudiantes de la escuela superior de Balboa en la entonces llamada Zona del Canal, se encontraron con un hecho inquietante: la bandera de Estados Unidos que solía ondear frente del edificio, había desaparecido. Un año atrás, en enero de 1963 los presidentes John F. Kennedy de Estados Unidos y Roberto F. Chiari de Panamá habían acordado que a partir de enero de 1964, la bandera panameña se izaría junto a la estadounidense en varios lugares de la Zona del Canal como muestra de que esa franja de 8 km de territorio a ambos lados de la vía acuática, pese a ser controlada y gobernada por Estados Unidos bajo leyes estadounidenses, pertenecía a la República de Panamá.
Tensiones
Con ello se
buscaba bajar las tensiones provocadas por el creciente malestar que en amplios
sectores de la población panameña producían las condiciones del tratado Hay-Bunau
Varilla, marco jurídico que había permitido la construcción del Canal en los albores de la República, y que le dio a Estados Unidos el
control de la zona a perpetuidad.
El
movimiento estudiantil panameño ya había protagonizado en años anteriores dos
acciones que habían alertado sobre su determinación de poner fin al enclave
colonial: la Operación Soberanía, de 1958 y la Marcha Patriótica de noviembre de
1959.
Mientras en
Estados Unidos avanzaba la lucha por los derechos civiles y una nueva
conciencia social y cultural se despertaba, la Zona del Canal seguía viviendo
como si apenas acabase de terminar la Segunda Guerra Mundial, en un mundo
idílico regido por valores tradicionales: un paraíso tropical dominado por la
mano del hombre blanco y un paradójico sistema socialista dentro del
capitalismo, pues el estado proveía trabajo y vivienda y toda clase de
facilidades para los empleados del Canal y las bases militares estadounidenses
estacionadas allí. También se mantenía la segregación de salarios, viviendas y
espacios públicos bajo el sistema de doble rasero llamado Gold Roll y Silver Roll, que preservaba las ventajas para los blancos anglosajones y asignaba servicios
de menor calidad a la gente de color, negros, mestizos, europeos no
anglosajones y panameños.
La Zona era
un lugar en el que los panameños se sentían extranjeros en su propia tierra. Los
llamados ‘zonians’ (habitantes de la Zona) en cambio se consideraban herederos
de los pioneros que habían abierto la tierra para conectar los dos grandes
océanos del planeta, Atlántico y Pacífico, con derecho sobre un territorio que
consideraban suyo. El acuerdo de Kennedy con el presidente panameño sobre las
banderas era percibido por ellos como poco menos que una traición. Ese enero de
1964, cerca de 400 estudiantes zoneítas firmaron una misiva de protesta y la
enviaron al entonces presidente estadounidense Lyndon B. Johnson.
Los
procederes eran consistentes: el 3 de enero un policía de la Zona llamado Carlton
Bell, había izado la enseña estadounidense en el Monumento a los Héroes de
Gamboa, pero no la acompañó de la bandera panameña, en franco desafío a la
medida.
Actitudes desafiantes
En la mañana
del 7 de enero, estudiantes de la escuela de Balboa izaron la bandera
estadounidense sin acompañarla de la panameña en el mástil de la escuela.
El 8 de
enero el gobernador de la Zona del Canal, Robert Fleming, exhortó a los
habitantes de la Zona a cumplir con el convenio independientemente de sus ideas
o sentimientos personales.
El 9 Fleming
volvió a hacer una alocución radial con el mismo mensaje. En la tarde partió
para Estados Unidos. El vicegobernador David Parker quedó a cargo.
Esa mañana, la actitud desafiante de los estudiantes zoneítas persistía sin que sus autoridades se mostraran más firmes en hacer cumplir el pacto. Visto esto, los estudiantes del Instituto Nacional de Panamá, la escuela pública más importante del país, se reunieron y decidieron ir a la escuela de Balboa a hacerlo.
La misión de los institutores
A las 4:45
de la tarde aproximadamente después de finalizadas las clases unos 200
estudiantes del Instituto Nacional avanzaron al interior de la zona por la
calle Gorgas portaban la bandera nacional del plantel que les había sido
entregada por el rector Dídimo Ríos, el estandarte de la escuela y pancartas
alusivas a las reivindicaciones soberanas de Panamá.
Los
estudiantes, luego de pasar en silencio frente al hospital Gorgas, se
aproximaron a la residencia del gobernador de la Zona en Quarry Heigths. Allí
se detuvieron, y de forma pacífica cantaron el himno nacional de Panamá.
El jefe
policial del distrito de Balboa, Gaddis Wall, detuvo el avance de la comitiva
cuando esta bajaba la colina del Administration Building hacia la Explanada.
Luego de consultar con sus superiores, Wall accedió a que una delegación de cuatro
estudiantes se acercara al asta de la bandera de la escuela para desplegar la bandera panameña
y cantar el himno nacional de Panamá. Solo eso. Los estudiantes accedieron y
escogieron a los cuatro. Uno más se les uniría después, portando un cartelón que
decía "Panamá es soberana en la Zona del Canal".
Hostilidad
La policía y
las autoridades escolares de la Zona habían hecho llamados para que los padres
de familia se acercaran a la escuela a retirar a sus hijos. Sin embargo, unos
500 permanecieron allí. El recibimiento a los estudiantes panameños fue hostil.
Los estudiantes zoneítas, instados por sus padres, gritaban improperios contra
los panameños, al tiempo que estrechaban el cerco en torno a el asta de la
bandera.
Los zonians
comenzaron a cantar el himno estadounidense mientras los institutores trataban
de desafiar a la multitud cantando a toda voz el himno de Panamá. La actitud de
los estudiantes de la zona enardeció a los panameños.
Fue entonces
cuando estos últimos empezaron a recibir empellones, lluvias de insultos y a
forcejear, sobre todo para proteger la enseña nacional.
La policía
de la Zona solo intervino para sacarlos de allí a la fuerza. Varios de los que
portaban la bandera tropezaron y cayeron al suelo. Muchas manos empujaban,
tiraban. Una versión dice que un policía zoneíta manipuló bruscamente su
cachiporra y rasgó la bandera. Ahora los estudiantes panameños estaban
enfurecidos.
La marcha salió en desbandada, con la policía y los enardecidos civiles zonians pisándoles los talones. En su camino de huida, los institutores apedrearon varios edificios y voltearon tanques de basura.
Por
distintas rutas lograron salir del área controlada por los estadounidenses. Una
vez ganado el lado panameño, los institutores se refugiaron en su escuela y
mostraron la bandera desgarrada. La gente que los aguardaba desde el límite de
la Zona, se sintió humillada al conocer lo acontecido. Decenas de civiles
panameños furiosos se fueron acercando al área contigua al enclave. Eran ya
cerca de las 6:45 p.m. Anochecía.
El inicio de la confrontación
Estudiantes
y civiles panameños se trenzaron en una lucha desigual con la policía y los
civiles zoneítas, lanzando toda clase de objetos y piedras contra la Zona y
tratando de esquivar las bombas lacrimógenas y los disparos que empezaban a
venir del lado contrario.
La bandera
patria flameaba por doquier. La intención era penetrar con ella más allá de los
límites de la Zona. Para ello, estudiantes y civiles panameños intentaban forzar
la alambrada que demarcaba el límite con Panamá a lo largo de la avenida 4 de
julio.
En la ciudad,
los edificios de empresas estadounidenses sufrieron el embate de las masas
enfurecidas.
Al ver que
la magnitud de los hechos los había sobrepasado, el vicegobernador Parker
entregó al anochecer el control de la zona al jefe del Comando Sur de las Fuerzas
Armadas estadounidenses, Andrew P. O'Meara. A las 8:30 de la noche
aproximadamente, fue desplegada la brigada de Infantería 193 del ejército
norteamericano. El despliegue incluyó tropas, ametralladoras pesadas y
vehículos blindados artillados: Estados Unidos se preparaba para la guerra.
O'Meara
había tratado sin éxito más temprano de comunicarse con el general panameño
Bolívar Vallarino, comandante de la Guardia Nacional de Panamá, para pedirle
que interviniera en la neutralización de la revuelta.
Algunos civiles panameños usaron armas de fuego para enfrentar la agresión estadounidense, escopetas y revólveres en su gran mayoría. Aquella escasa y dispersa resistencia armada sería usada después por los estadounidenses para justificar su despliegue bélico.
Sangre de mártires
Ambulancias
y carros de bomberos iban y venían con heridos que se amontonaban en el
hospital Santo Tomás, rebasando su capacidad. Con la muerte del estudiante Ascanio
Arosemena, se inauguró el conteo de víctimas fatales del lado panameño.
Las noticias
llegaron a la costa atlántica y en Colón también hubo indignación y
enfrentamientos. Cerca de las 10 de la noche, el presidente Chiari, después de
haber pedido infructuosamente que las tropas estadounidenses cesaran su ataque
contra los civiles panameños, decidió anunciar al mundo la ruptura de
relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
La madrugada
del 10 de enero no trajo Paz. Para entonces, las víctimas mortales ya sumaban
más de 10 y los heridos eran más de dos centenares. Los disparos de soldados
estadounidenses impactaron de manera indiscriminada las viviendas de civiles
que habitaban el área limítrofe con la zona del canal.
La ruptura
A las 7 de
la mañana el gobierno anunció que había girado instrucciones a sus Embajadores
para que denunciaran ante la organización de Naciones Unidas y la Organización
de Estados Americanos la agresión Armada estadounidense contra el pueblo
panameño.
Al terminar
la jornada, tras escaramuzas esporádicas el número de muertos se elevaba a 13 y
el de heridos a 300.
El 11 de
enero había vuelto una calma relativa a la ciudad de Panamá. Pero las noticias
alarmantes seguían llegando. Los efectivos estadounidenses no habían depuesto
su actitud hostil y mantenían su despliegue bélico en toda la línea fronteriza
de la zona del canal. Además, las tropas norteamericanas se habían tomado el
puente de las Américas, cortando toda comunicación con el interior del país y
bloqueando el acceso terrestre hacia la Ciudad de Colón. Esto impidió que los
hospitales colonenses recibieran plasma sanguíneo para atender a los heridos.
En la ciudad atlántica se reanudaron los enfrentamientos. Tropas estadounidenses ingresaron a la ciudad para perseguir a manifestantes panameños. En los días siguientes empezaría a retornar la normalidad. Pero ya nada sería lo mismo.
Las consecuencias
Tres años después se propondrían los proyectos de tratado "tres en uno" o Robles-Johnson de las negociaciones en las que entraron Panamá y EU tras los incidentes y que permitieron restaurar las relaciones entre los dos países. Esos tratados, que buscaban eliminar todas las causas de conflicto en la relación bilateral sobre la Zona del Canal, también se hundieron.
No sería
sino hasta una década más tarde que se firmarían los acuerdos Torrijos-Carter,
que sellarían, esta vez sí, el fin de la Zona del Canal y el retorno de la vía
acuática a la soberanía panameña. Todo el proceso culminaría en el año 2000,
tras los traumas de la dictadura de Manuel Antonio Noriega en la década de 1980
y la invasión estadounidense de 1989.
Fuente:
CAJAR Páez,
Aristides. 'Por una bandera'. En ‘9 de enero, 50 años’. Suplemento especial. Pp.
4-6. 9 de enero de 2014. La Prensa, Panamá.
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