martes, 9 de enero de 2024

Panamá//60 años del 9 de enero


 

Hace 60 años, entre el 9 y el 12 de enero de 1964, perdieron la vida al menos 21 panameños durante los graves disturbios que causó la negativa de los habitantes de la entonces Zona del Canal, controlada por Estados Unidos, de permitir izar la bandera de Panamá junto a la estadounidense en sus sitios públicos. Las fuerzas armadas y de policía norteamericanas estacionadas entonces en el pais, reprimieron a la población civil panameña, produciendo aquellas muertes y centenares de heridos. El hecho provocó la ruptura de las relaciones entre Panamá y Estados Unidos y encausó  el proceso para poner fin a la Zona del Canal y lograr el retorno de la vía interoceánica a manos panameñas.

 

 El martirio y la gloria

 

Aristides Cajar Páez

Cuando regresaron de las vacaciones de Navidad el 2 de enero de 1964 los estudiantes de la escuela superior de Balboa en la entonces llamada Zona del Canal, se encontraron con un hecho inquietante: la bandera de Estados Unidos que solía ondear frente del edificio, había desaparecido. Un año atrás, en enero de 1963 los presidentes John F. Kennedy de Estados Unidos y Roberto F. Chiari de Panamá habían acordado que a partir de enero de 1964, la bandera panameña se izaría junto a la estadounidense en varios lugares de la Zona del Canal como muestra de que esa franja de 8 km de territorio a ambos lados de la vía acuática, pese a ser controlada y gobernada por Estados Unidos bajo leyes estadounidenses, pertenecía a la República de Panamá.

Tensiones

Con ello se buscaba bajar las tensiones provocadas por el creciente malestar que en amplios sectores de la población panameña producían las condiciones del tratado Hay-Bunau Varilla, marco jurídico que había permitido la construcción del Canal en los albores de la República, y que le dio a Estados Unidos el control de la zona a perpetuidad.

El movimiento estudiantil panameño ya había protagonizado en años anteriores dos acciones que habían alertado sobre su determinación de poner fin al enclave colonial: la Operación Soberanía, de 1958 y la Marcha Patriótica de noviembre de 1959.

Mientras en Estados Unidos avanzaba la lucha por los derechos civiles y una nueva conciencia social y cultural se despertaba, la Zona del Canal seguía viviendo como si apenas acabase de terminar la Segunda Guerra Mundial, en un mundo idílico regido por valores tradicionales: un paraíso tropical dominado por la mano del hombre blanco y un paradójico sistema socialista dentro del capitalismo, pues el estado proveía trabajo y vivienda y toda clase de facilidades para los empleados del Canal y las bases militares estadounidenses estacionadas allí. También se mantenía la segregación de salarios, viviendas y espacios públicos bajo el sistema de doble rasero llamado Gold  Roll y Silver Roll, que preservaba las ventajas para los blancos anglosajones y asignaba servicios de menor calidad a la gente de color, negros, mestizos, europeos no anglosajones y panameños.

La Zona era un lugar en el que los panameños se sentían extranjeros en su propia tierra. Los llamados ‘zonians’ (habitantes de la Zona) en cambio se consideraban herederos de los pioneros que habían abierto la tierra para conectar los dos grandes océanos del planeta, Atlántico y Pacífico, con derecho sobre un territorio que consideraban suyo. El acuerdo de Kennedy con el presidente panameño sobre las banderas era percibido por ellos como poco menos que una traición. Ese enero de 1964, cerca de 400 estudiantes zoneítas firmaron una misiva de protesta y la enviaron al entonces presidente estadounidense Lyndon B. Johnson.

Los procederes eran consistentes: el 3 de enero un policía de la Zona llamado Carlton Bell, había izado la enseña estadounidense en el Monumento a los Héroes de Gamboa, pero no la acompañó de la bandera panameña, en franco desafío a la medida.



Actitudes desafiantes

En la mañana del 7 de enero, estudiantes de la escuela de Balboa izaron la bandera estadounidense sin acompañarla de la panameña en el mástil de la escuela.

El 8 de enero el gobernador de la Zona del Canal, Robert Fleming, exhortó a los habitantes de la Zona a cumplir con el convenio independientemente de sus ideas o sentimientos personales.

El 9 Fleming volvió a hacer una alocución radial con el mismo mensaje. En la tarde partió para Estados Unidos. El vicegobernador David Parker quedó a cargo.

Esa mañana, la actitud desafiante de los estudiantes zoneítas persistía sin que sus autoridades se mostraran más firmes en hacer cumplir el pacto. Visto esto, los estudiantes del Instituto Nacional  de Panamá, la escuela pública más importante del país, se reunieron y decidieron ir a la escuela de Balboa a hacerlo.




La misión de los institutores

A las 4:45 de la tarde aproximadamente después de finalizadas las clases unos 200 estudiantes del Instituto Nacional avanzaron al interior de la zona por la calle Gorgas portaban la bandera nacional del plantel que les había sido entregada por el rector Dídimo Ríos, el estandarte de la escuela y pancartas alusivas a las reivindicaciones soberanas de Panamá.

Los estudiantes, luego de pasar en silencio frente al hospital Gorgas, se aproximaron a la residencia del gobernador de la Zona en Quarry Heigths. Allí se detuvieron, y de forma pacífica cantaron el himno nacional de Panamá.

El jefe policial del distrito de Balboa, Gaddis Wall, detuvo el avance de la comitiva cuando esta bajaba la colina del Administration Building hacia la Explanada.

Luego de consultar con sus superiores, Wall accedió a que una delegación de cuatro estudiantes se acercara al asta de la bandera de la escuela para desplegar la bandera panameña y cantar el himno nacional de Panamá. Solo eso. Los estudiantes accedieron y escogieron a los cuatro. Uno más se les uniría después, portando un cartelón que decía "Panamá es soberana en la Zona del Canal".

Hostilidad

La policía y las autoridades escolares de la Zona habían hecho llamados para que los padres de familia se acercaran a la escuela a retirar a sus hijos. Sin embargo, unos 500 permanecieron allí. El recibimiento a los estudiantes panameños fue hostil. Los estudiantes zoneítas, instados por sus padres, gritaban improperios contra los panameños, al tiempo que estrechaban el cerco en torno a el asta de la bandera.

Los zonians comenzaron a cantar el himno estadounidense mientras los institutores trataban de desafiar a la multitud cantando a toda voz el himno de Panamá. La actitud de los estudiantes de la zona enardeció a los panameños.

Fue entonces cuando estos últimos empezaron a recibir empellones, lluvias de insultos y a forcejear, sobre todo para proteger la enseña nacional.

La policía de la Zona solo intervino para sacarlos de allí a la fuerza. Varios de los que portaban la bandera tropezaron y cayeron al suelo. Muchas manos empujaban, tiraban. Una versión dice que un policía zoneíta manipuló bruscamente su cachiporra y rasgó la bandera. Ahora los estudiantes panameños estaban enfurecidos.

La marcha salió en desbandada, con la policía y los enardecidos civiles zonians pisándoles los talones. En su camino de huida, los institutores apedrearon varios edificios y voltearon tanques de basura.

Por distintas rutas lograron salir del área controlada por los estadounidenses. Una vez ganado el lado panameño, los institutores se refugiaron en su escuela y mostraron la bandera desgarrada. La gente que los aguardaba desde el límite de la Zona, se sintió humillada al conocer lo acontecido. Decenas de civiles panameños furiosos se fueron acercando al área contigua al enclave. Eran ya cerca de las 6:45 p.m. Anochecía.

El inicio de la confrontación

Estudiantes y civiles panameños se trenzaron en una lucha desigual con la policía y los civiles zoneítas, lanzando toda clase de objetos y piedras contra la Zona y tratando de esquivar las bombas lacrimógenas y los disparos que empezaban a venir del lado contrario.

La bandera patria flameaba por doquier. La intención era penetrar con ella más allá de los límites de la Zona. Para ello, estudiantes y civiles panameños intentaban forzar la alambrada que demarcaba el límite con Panamá a lo largo de la avenida 4 de julio.

En la ciudad, los edificios de empresas estadounidenses sufrieron el embate de las masas enfurecidas.

Al ver que la magnitud de los hechos los había sobrepasado, el vicegobernador Parker entregó al anochecer el control de la zona al jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas estadounidenses, Andrew P. O'Meara. A las 8:30 de la noche aproximadamente, fue desplegada la brigada de Infantería 193 del ejército norteamericano. El despliegue incluyó tropas, ametralladoras pesadas y vehículos blindados artillados: Estados Unidos se preparaba para la guerra.

O'Meara había tratado sin éxito más temprano de comunicarse con el general panameño Bolívar Vallarino, comandante de la Guardia Nacional de Panamá, para pedirle que interviniera en la neutralización de la revuelta.

Algunos civiles panameños usaron armas de fuego para enfrentar la agresión estadounidense, escopetas y revólveres en su gran mayoría. Aquella escasa y dispersa resistencia armada sería usada después por los estadounidenses para justificar su despliegue bélico.


Sangre de mártires

Ambulancias y carros de bomberos iban y venían con heridos que se amontonaban en el hospital Santo Tomás, rebasando su capacidad. Con la muerte del estudiante Ascanio Arosemena, se inauguró el conteo de víctimas fatales del lado panameño.

Las noticias llegaron a la costa atlántica y en Colón también hubo indignación y enfrentamientos. Cerca de las 10 de la noche, el presidente Chiari, después de haber pedido infructuosamente que las tropas estadounidenses cesaran su ataque contra los civiles panameños, decidió anunciar al mundo la ruptura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos.

La madrugada del 10 de enero no trajo Paz. Para entonces, las víctimas mortales ya sumaban más de 10 y los heridos eran más de dos centenares. Los disparos de soldados estadounidenses impactaron de manera indiscriminada las viviendas de civiles que habitaban el área limítrofe con la zona del canal.

La ruptura

A las 7 de la mañana el gobierno anunció que había girado instrucciones a sus Embajadores para que denunciaran ante la organización de Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos la agresión Armada estadounidense contra el pueblo panameño.

Al terminar la jornada, tras escaramuzas esporádicas el número de muertos se elevaba a 13 y el de heridos a 300.

El 11 de enero había vuelto una calma relativa a la ciudad de Panamá. Pero las noticias alarmantes seguían llegando. Los efectivos estadounidenses no habían depuesto su actitud hostil y mantenían su despliegue bélico en toda la línea fronteriza de la zona del canal. Además, las tropas norteamericanas se habían tomado el puente de las Américas, cortando toda comunicación con el interior del país y bloqueando el acceso terrestre hacia la Ciudad de Colón. Esto impidió que los hospitales colonenses recibieran plasma sanguíneo para atender a los heridos.

En la ciudad atlántica se reanudaron los enfrentamientos. Tropas estadounidenses ingresaron a la ciudad para perseguir a manifestantes panameños. En los días siguientes empezaría a retornar la normalidad. Pero ya nada sería lo mismo. 

Las consecuencias

Tres años después se propondrían los proyectos de tratado "tres en uno" o Robles-Johnson de las negociaciones en las que entraron Panamá y EU tras los incidentes y que permitieron restaurar las relaciones entre los dos países. Esos tratados, que buscaban eliminar todas las causas de conflicto en la relación bilateral sobre la Zona del Canal, también se hundieron.

No sería sino hasta una década más tarde que se firmarían los acuerdos Torrijos-Carter, que sellarían, esta vez sí, el fin de la Zona del Canal y el retorno de la vía acuática a la soberanía panameña. Todo el proceso culminaría en el año 2000, tras los traumas de la dictadura de Manuel Antonio Noriega en la década de 1980 y la invasión estadounidense de 1989. 


Fuente:

CAJAR Páez, Aristides. 'Por una bandera'. En ‘9 de enero, 50 años’. Suplemento especial. Pp. 4-6. 9 de enero de 2014. La Prensa, Panamá.

 

 

 

 

 

 


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