martes, 25 de julio de 2023

Universal/ Los antecedentes de la Revolución Francesa

 


Cegados por su soberbia, sus aduladores y la vida de despilfarro y lujo, los nobles franceses no quisieron darse cuenta de que el mundo estaba cambiando. Reacios a entender las revoluciones y reformas que ocurrían más allá de sus fronteras, en julio de 1789 harían finalmente estallar la ira del pueblo que ya no les perdonó. Así abrieron las puertas de la Revolución Francesa.


El fin de lo absoluto

Aristides Cajar Páez

En Francia, el despotismo ilustrado (la combinación de la monarquía absolutista con las ideas de la ilustración que habían surgido a finales del siglo XVII) no alcanzó el mismo relieve que en otros estados europeos de la segunda mitad del siglo XVIII, ya que las iniciativas de sus defensores se toparon con la fuerte oposición de las clases privilegiadas.

Una serie de reyes, los Luises, marcarían esta decadencia que desembocaría pronto en la debacle y el fin de la monarquía absoluta en Francia.

Luis XIV: el apogeo del absolutismo

El apogeo del absolutismo en Francia se dio con rey Luis XIV. No había más autoridad que la del Rey. El poder Legislativo no existía. Tampoco el Judicial. El Rey dictaba las leyes y administraba justicia. El monarca decía tener derecho divino para gobernar. A él se le atribuye la famosa afirmación: “El Estado soy yo”. Su largo reinado duro 72 años, entre 1643 y 1715.

Durante éste, los hechos más notables fueron: el despilfarro de la Cortes de Versalles; la anulación del Edicto de Nantes en 1685, que hasta entonces había garantizado cierta menguante tolerancia hacia los protestantes. La victoria de Francia en la Guerra de los 30 años, que marcó el fin de la supremacía de la casa de los Habsburgo y la disminución sustancial del poder de la Iglesia Católica en Europa; La sabia administración del ministro Colbert; El brillo de las Artes y las Letras. La Guerra de la Sucesión Española. 

La ilustración francesa

La ilustración, un movimiento originado en Gran Bretaña, se extendió pronto por Europa y especialmente en Francia, donde echó raíces y se desarrolló en su forma más plena, en lo que se conoció como el “enciclopedismo”.

El antropocentrismo, el racionalismo, el hipercriticismo, el pragmatismo, la imitación, el idealismo y el universalismo fueron algunas de las bases de esta nueva manera de pensamiento. El filósofo prusiano Immanuel Kant sería su máximo exponente.

En Francia, autores como Diderot, D’Alembert, Voltaire, Rousseau o Montesquieu destacaron dentro de este nuevo clima de liberad donde se deseaba aprender y enseñar lo aprendido.

A nivel político, se introdujo el principio de que el soberano debía estar subordinado a la nación (soberanía popular) y la teoría de contrato social de Juan Jacobo Rousseau, lo que llevó a planteamientos republicanos y anticolonialistas.

Luis XV: intento fallido de un déspota ilustrado

Luis XV nació en Versalles el 15 de febrero de 1710. Hijo del duque de Borgoña y de María Adelaida de Saboya. Era bisnieto de Luis XIV y le sucede en el trono en 1715. Felipe de Orleáns (1715-1723) ocupa la regencia debido a la corta edad del monarca. Luis Se casa con María Lescynska en 1723.  En 1726, le sucede en la regencia el cardenal Fleury, hasta 1743.  La muerte de Fleury hace asumir personalmente al rey las riendas del gobierno. Este se apoya en sus favoritas: la duquesa de Châteauroux y sus hermanas, la marquesa de Pompadour, la condesa du Barry, etc.  Madame de Pompadour interviene como ministro y ejerce de protectora y mecenas de artistas y de pensadores como Voltaire y algunos enciclopedistas, con lo cual las ideas renovadoras empiezan a permear la corte.

Luis XV se enfrenta con la aristocracia parlamentaria, que quiere limitar el poder del monarca. Intenta una reforma fiscal, pero las clases privilegiadas se oponen. Tras la guerra de Sucesión de Austria (1741-1748), acuerda con España el tratado de Fontainebleau, por el cual le cede a la monarquía española el dilatado territorio de la Luisiana, en América del Norte.

En este período, además, tiene lugar la expulsión de los jesuitas (1746) y un acuerdo entre los Borbones de España y Francia, con la firma del Tratado de París (1763).  Entre 1765 y 1763 emprende la guerra de los Siete Años, contra Prusia.

Su equipo de gobierno pretende llevar a cabo una política reformista, instalada en despotismo ilustrado, pero la muerte del rey, el 10 de mayo de 1774 frustrará ese intento. Le sucederá en el trono su nieto Luis XVI.

 Luis XVI, el delfín del fin

Luis XVI nació en Versalles en 1754 y falleció en París en 1793.  Heredero de Luis XV, delfín de Francia, y nieto de Luis XV, en 1770 contrajo matrimonio con la hija de la emperatriz de Austria, la archiduquesa María Antonieta, quien le dio cuatro hijos.

Hombre de buenas intenciones, pero débil de carácter, poco interesado en los asuntos políticos, se dejó influenciar por la reina y por una camarilla de cortesanos incapaces y corruptos.

Las reformas económicas liberales que intentaron sacar adelante sus ministros Anne-Robert Jacques Turgot, Guillaume de Malesherbes y Jacques Necker para reducir el déficit público tropezaron con el recelo de la nobleza.

En política exterior, en cambio, Francia desempeñó un excelente papel en la guerra de Independencia norteamericana (1778-1783).

La resistencia de los privilegiados a la liberalización económica desencadenó una crisis que obligó a convocar a los Estados Generales (equivalente aproximado a un parlamento o legislativo), que no se reunía desde 1618 y que estaba formado por asambleas de representantes de los tres «estados» sociales: la nobleza, el clero y el «Tercer Estado» o pueblo llano.

Viendo desatendidas sus exigencias, los miembros del Tercer Estado se constituyeron en Asamblea Nacional y se autoproclamaron únicos depositarios de la soberanía.

Presionado por la corte, Luis XVI se preparó para disolver por la fuerza la Asamblea Nacional. El 14 de julio de 1789, para proteger a la Asamblea de una inminente intervención del ejército real, las masas populares de París tomaron las armas y asaltaron la fortaleza-prisión de la Bastilla.

Es así como empezó la Revolución Francesa.



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