Iluminada,
santa, alucinada, bruja. La figura de Juana de Arco sigue levantando pasiones
en pleno siglo XXI. Heroína de Francia, su corta pero intensa vida marcó la
historia de Europa para siempre, siendo pieza clave para derrota de los
ingleses en suelo francés a finales de la Edad Media.
La santa guerrera
Aristides Cajar Páez
Juana de
Arco fue uno de esos personajes improbables que cada cierto tiempo surgen para
cambiar el curso de la historia. Surgida de las filas de la pequeña burguesía rural,
llegó a convertirse en soldado y a comandar ejércitos, ganando batallas
decisivas durante la larga disputa entre Inglaterra y Francia conocida como la
Guerra de los Cien Años. Este conflicto duró ciertamente poco más del siglo
(1337-1453) y decidió el futuro del territorio francés y la separación
definitiva de las coronas de ambos reinos, que hasta entonces estaban enredados
en una compleja disputa dinástica.
Sería
demasiado largo detallar los pormenores de este conflicto para ubicar a Juana
de Arco en el centro de los acontecimientos, así que repasaremos ese último
tramo de la guerra, cuando aparece en escena la emblemática heroína.
En la
guerra de los Cien Años
En 1422, se produjeron las muertes de Enrique V, rey de Inglaterra y Carlos VI, rey de Francia. La sucesión se encontraba dividida: por un lado, estaba el delfín Carlos (Carlos VII) al cual, sin embargo, se le había desheredado tras ser declarado ilegítimo. El siguiente en la línea sucesoria era Carlos I de Orleans, quien estaba preso en Inglaterra.
El
tratado de Troyes, firmado en 1420 y que preveía que el rey Enrique V de
Inglaterra accedería al trono francés a la muerte del rey Carlos VI de Francia, estipulaba que el
heredero debía ser el hijo de Enrique V y Catalina de Valois, hija de Carlos
VI, Enrique VI. Este, sin embargo, era un niño de pocos meses, que de todas
maneras pasó a ser rey de Francia y de Inglaterra con la ayuda de un regente,
el duque de Bedford. Ante esta decisión, Carlos VII reivindicó el título real
para sí, pero permaneció en el sur de Francia sin esforzarse en expulsar a los
ingleses.
A pesar de
la existencia de una alianza franco-escocesa, la cual tuvo algunas victorias
frente a los ingleses, estos últimos habían logrado prevalecer. De esta manera,
en la batalla de Verneuil (1424), consiguieron derrotar totalmente al ejército
franco-escocés, dejando a los efectivos escoceses muy limitados en Francia.
El
ascenso de Juana
De 1429 a
1453. Los ingleses continuaban afirmando sus posiciones. Bajo la regencia de
Juan, duque de Bedford, quien además era hermano de Enrique V, los ingleses
iniciaron el sitio de Orleans en octubre de 1428.
En medio de
la desesperación de los leales al delfín Carlos, apareció una campesina
adolescente quien se decía iluminada por Dios: Juana de Arco.
Juana era entonces
apenas una adolescente que había nacido en Domremy, en 1412, en el seno de una
familia campesina de medianos recursos, pero sin mayor relevancia.
Juana afirmaba
que había tenido visiones del Arcángel Miguel, de Santa Margarita y de Catalina
de Alejandría, los cuales le habrían dado instrucciones para que ayudara a
Carlos VII y liberara Francia de la dominación inglesa.
Era tanto su
fervor y su fe y tanta la angustia de los franceses, que pronto sus insistentes
afirmaciones sobre visiones y mensajes celestiales lograron convencer y
conmover hasta a los más escépticos, incluidos los prelados de la iglesia
católica en el bando del delfín Carlos.
Algo absolutamente inusual en plena Edad Media era que una mujer marchase no solo como soldado sino al frente de un ejército. Fue precisamente eso lo que logró gracias a su invencible convicción. Juana había logrado levantar la moral de las tropas.
El 8 de mayo
de 1429, lograron romper el sitio de Orleans con Juana a la cabeza de un grupo
de caballeros franceses, lo que cambió el curso de la guerra.
A partir de
allí, los ejércitos comandados por Juana iniciaron una victoriosa ofensiva que consiguió
una aplastante victoria en la batalla de Patay, la cual abrió el camino del
delfín para acceder por fin a la corona.
Carlos
VII rey de Francia
El 17 de
julio de 1429, Carlos VII fue coronado Rey en la catedral de Reims, lo cual le
devolvió la legitimidad que le había quitado el tratado de Troyes. Ante esto los
ingleses, decidieron coronar al Rey a Enrique VI de Inglaterra el 16 de
diciembre de 1431 en la catedral de Notre-Dame de París.
Juana intentó
afianzar su posición ante los recelos de la nobleza feudal que apoyaba al rey
Carlos, con nuevos éxitos militares. Sin
embargo fue derrotada en París y Compiègne, y finalmente, ya caída en
desgracia, fue capturada en 1430 por Felipe, el duque de Borgoña.
Juana,
entregada a la hoguera
El 23 de mayo de 1430, en Compiègne Juana cayó en manos de la facción borgoñona, un grupo de nobles franceses que se habían aliado con los ingleses durante la contienda. Los borgoñones la entregaron después a los ingleses.
Fue procesada
entonces por el obispo Pierre Cauchón por varias acusaciones de supuesta brujería
y herejía. Declarada culpable, el duque Juan de Bedford decidió que muriera
quemada en la hoguera en Ruan el 30 de mayo de 1431. En ese momento, Juana tenía
unos 19 años.
El rey
Carlos VII no hizo gran cosa para tratar de salvarla.
La
derrota inglesa
En 1435, los
franceses y borgoñones firmaron el Tratado de Arrás (1435) que puso fin a la
guerra civil entre las facciones de los armañacs y borgoñones. Estos últimos finalmente
reconocieron a Carlos VII como Rey. Luego de sellada esta alianza, los
franceses pudieron recuperar París en 1436.
En 1449, los franceses tomaron Ruan, y en 1450, los bretones, aliados con los franceses derrotaron a los ingleses en Formigny. Esta victoria abrió las puertas a los franceses para a capturar, en rápida sucesión Caen, Cherburgo, Burdeos y Bayona.
Aunque en 1452, los ingleses pudieron retomar Guyena, fueron derrotados
de manera tan definitiva en la batalla de Castillón, que ya no hubo ejército
inglés capaz de defender sus posiciones. El 19 de octubre de 1453 capituló
Burdeos, quedando únicamente Calais en poder de Inglaterra hasta 1558.
Tras su
muerte, la figura de Juana de Arco fue reivindicada, considerándosela “santa”
(fue beatificada por el Papa Pio X el 18 de abril de 1909) y heroína indiscutible
de Francia, y uno de los personajes decisivos de la historia de Europa.
El personaje
se encuentra bien situado en la cultura popular a través de expresiones como el
arte o la música, con, por ejemplo una obra de Tchaikovsky, o el cine, donde pioneros
como Georges Meliés o Cecil B. DeMille, directores clásicos como Roberto
Rosselini y hasta contemporáneos como Luc Besson, le han dedicado largometrajes
a su vida. También videojuegos como: Wars and Warriors: Joan of Arc, le rinden
homenaje.
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