La Guerra de los Mil Días fue una de las contiendas civiles más cruentas de Colombia a inicios del siglo XX. El Istmo de Panamá, aún parte de aquel país, fue escenario de algunos de sus episodios más sangrientos. Victoriano Lorenzo, un sencillo indígena de las montañas de Coclé, se convirtió en un aguerrido general del ejército liberal. Llegada la paz en 1903, fue traicionado hasta por sus correligionarios y fusilado. La República de Panamá, nacida ese año, lo recuerda como uno de sus héroes precursores.
El cholo invencible
Aristides Cajar Páez
Para los panameños, Victoriano Lorenzo es uno de los personajes
históricos más entrañables debido a sus humildes orígenes, que no le impidieron
erigirse en uno de los estrategas militares más recios de su historia, anterior
a la fundación de la República. También por su muerte trágica, fusilado tras
ser abandonado por la mayoría de sus copartidarios y entregado en manos de sus
enemigos.
Siendo aún joven, fue a prisión, tras confesar que había
matado a un hombre. Se trataba de un funcionario deshonesto al que Lorenzo
había denunciado y que intentó matarlo. Fue un acto de defensa propia. Primero estuvo
cautivo en la cárcel de Penonomé, en su natal región de Coclé, pero luego se lo
traslado a la cárcel de las Bóvedas, en el Cuartel de Chiriquí, una fortaleza
situada en la ciudad de Panamá, donde hoy está la Plaza de Francia.
Allí, se cuenta que estuvo como preso de confianza al
servicio de los oficiales del ejército. Pero Victoriano no era un reo
ordinario, sabía leer y escribir y debatir, ello gracias a la educación que
habría recibido desde niño, cuando estuvo bajo la tutela del presbítero Antonio
Jiménez en la parroquia de Capira.
Orígenes
No se sabe el día exacto del nacimiento de Victoriano
Lorenzo Troya. Fue en año de 1867 en las montañas al norte de Penonomé. Su
padre había sido gobernador de los indígenas del norte de aquella región del
Istmo de Panamá. Rosa Lorenzo se llamaba. Su madre entre tanto fue María Pascuala
Troya. De pequeño, sus padres habrían confiado su educación y formación al
padre Jiménez.
Cuando Victoriano regresó a las montañas de Coclé, ahora
vestido a la usanza de los criollos con camisa blanca, zapatos y sombrero, se
convirtió en un líder natural de su gente, capaza de elevar memoriales a las
autoridades locales. Era un líder respetado y querido que además fungió como
amanuense del gobernador de los cholos, como se llamaba a los indígenas de esas
regiones.
Revolución
En el año de 1900, tuvo lugar la primera invasión
revolucionaria de las tropas liberales contra el yugo de los conservadores y
los adeptos a la “regeneración” que había provocado el régimen inaugurado por
Rafael Núñez en Colombia. Este nuevo régimen había acabado con el federalismo,
lo que a su vez había convertido a Panamá en un simple departamento, hiriendo
de muerte al autonomismo panameño y marcando definitivamente el camino de la
separación.
Aquella primera invasión liberal que combatía al régimen
conservador en el istmo la comandaba el general Belisario Porras. La campaña
liberal libró y venció batalla tras batalla: Penonomé, Antón, Chame, La
Chorrera hasta el desastre de la batalla del Puente de Calidonia, el 26 de
julio de 1900, en lo que entonces eran las afueras de la ciudad, cerca de la
estación del ferrocarril. Allí el general conservador Carlos Albán le infligió
una brutal derrota al ejército liberal.
Casi un millar de muertos se cobró aquella batalla, la mayoría del bando
liberal.
Victoriano, que aún no tenía clara una filiación política, pero
entendía claramente que a los cholos de las montañas les convenía combatir la
opresión y postración en las que los tenían sumidos los conservadores, se unió
a las fuerzas de Porras desde la retaguardia, colaborando con los rebeldes
aunque sin entrar en combate directo.
Tras el desastre de Calidonia, Lorenzo y sus huestes se
retiraron a sus montañas, llevándose consigo el armamento que pudieron rescatar
de la contienda. Alertadas de esto, las tropas oficialistas los persiguieron
hasta las cercanías de su refugio montañoso en La Negrita.
La guerrilla
Ante este acorralamiento, Victoriano y su gente deciden
contraataca y forman guerrillas que pese a estar mal armadas, son capaces de
dar rápidos y contundentes golpes de mano a las fuerzas conservadoras y
ocultarse sin darles apenas tiempo de reaccionar. La temeridad y eficacia de
aquellos hombres, les va ganando fama y se vuelven el terror de sus
adversarios.
Así, poco a poco, las tropas de Victoriano van haciendo
retroceder a las huestes conservadoras que se ven obligadas a abandonar las
montañas, replegarse primero en Penonomé y luego huir hacia el puerto de El
Gago, donde se producirá una violenta batalla el 10 de octubre de 1901.
Tras ese triunfo de Victoriano en las montañas coclesanas,
se produce un segundo desembarco revolucionario, al mando del general Benjamín
Herrera en Tonosí. A esta nueva campaña se unen de inmediato Porras y
Victoriano, con la misión de avanzar hacia la ciudad de Panamá.
El general Lorenzo
Los triunfos en el terreno militar de parte de Victoriano
hacen que sea rápidamente promovido al grado de general del ejército liberal, miembro
de su Estado Mayor, vistiendo el uniforme de rigor.
Las victorias del general de los cholos, no cesaban. Su
división enfrentó a los batallones que defendían el Cerro el Vigía en
Aguadulce, la posición más fortificada de ese lugar. La campaña de Benjamín
Herrera seguía avanzando hacia la capital, y las fuerzas de Lorenzo mostraron
ser las más aguerridas y combativas.
Sin embargo, en el territorio colombiano, la suerte de los
liberales había sido adversa. Así se llega el 21 de noviembre de 1902 a la
firma de la paz en el acorazado Wisconsin de las fuerzas de Estados Unidos, que
patrocinó el cese de las hostilidades pues no convenían a sus intereses. En la
mesa se sentaron los representantes de las fuerzas en pugna, liberales y
conservadores y convinieron en poner fin a la guerra.
Paz y martirio
Victoriano, quien se encontraba en las cercanías de la
población de San Carlos, cerca de la capital, se ve obligado a acatar lo
pactado. Sin embargo, un incidente acaecido poco después, cuando en aparente
estado de ebriedad, se niega entregar las armas, es interpretado como una
negativa del cholo a honrar los compromisos de paz. Esta excusa es aprovechada
por las fuerzas conservadoras para detenerlo y acusarlo de delitos comunes para
poder enjuiciarlo. Se violaron todos los acuerdos y previsiones de la paz del
Wisconsin al tratar al general Lorenzo como un criminal común.
Pese a las protestas, Victoriano es condenado a muerte. Sus enemigos le temían aún cautivo. El
15 de mayo de 1903, Lorenzo enfrenta al pelotón de fusilamiento en el Cuartel
de Chiriquí, donde ya mucho tiempo atrás había estado prisionero. Esta vez no
saldrá de allí con vida.
Dicen que antes de caer abatido por la descarga de fusilería
dijo esto: “Señores, oíd una palabra pública: ya sabéis de quien es la palabra.
Victoriano Lorenzo muere. A todos los perdono. Yo muero, como murió
Jesucristo”.
Referencia:
Carles, R. D. Victoriano Lorenzo, el guerrillero de la
tierra de los cholos. Alcaldía de Panamá, Comisión del Centenario de la
República. Biblioteca del Centenario. Tercera Edición, abril de 2003.
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