jueves, 18 de mayo de 2023

Panamá/Victoriano Lorenzo, el héroe martirizado

 

                                       


La Guerra de los Mil Días fue una de las contiendas civiles más cruentas de Colombia a inicios del siglo XX. El Istmo de Panamá, aún parte de aquel país, fue escenario de algunos de sus episodios más sangrientos. Victoriano Lorenzo, un sencillo indígena de las montañas de Coclé, se convirtió en un aguerrido general del ejército liberal. Llegada la paz en 1903, fue traicionado hasta por sus correligionarios y fusilado. La República de Panamá, nacida ese año, lo recuerda como uno de sus héroes precursores.


El cholo invencible


Aristides Cajar Páez

Para los panameños, Victoriano Lorenzo es uno de los personajes históricos más entrañables debido a sus humildes orígenes, que no le impidieron erigirse en uno de los estrategas militares más recios de su historia, anterior a la fundación de la República. También por su muerte trágica, fusilado tras ser abandonado por la mayoría de sus copartidarios y entregado en manos de sus enemigos.

Siendo aún joven, fue a prisión, tras confesar que había matado a un hombre. Se trataba de un funcionario deshonesto al que Lorenzo había denunciado y que intentó matarlo. Fue un acto de defensa propia. Primero estuvo cautivo en la cárcel de Penonomé, en su natal región de Coclé, pero luego se lo traslado a la cárcel de las Bóvedas, en el Cuartel de Chiriquí, una fortaleza situada en la ciudad de Panamá, donde hoy está la Plaza de Francia.

Allí, se cuenta que estuvo como preso de confianza al servicio de los oficiales del ejército. Pero Victoriano no era un reo ordinario, sabía leer y escribir y debatir, ello gracias a la educación que habría recibido desde niño, cuando estuvo bajo la tutela del presbítero Antonio Jiménez en la parroquia de Capira.

Orígenes

No se sabe el día exacto del nacimiento de Victoriano Lorenzo Troya. Fue en año de 1867 en las montañas al norte de Penonomé. Su padre había sido gobernador de los indígenas del norte de aquella región del Istmo de Panamá. Rosa Lorenzo se llamaba. Su madre entre tanto fue María Pascuala Troya. De pequeño, sus padres habrían confiado su educación y formación al padre Jiménez.

Cuando Victoriano regresó a las montañas de Coclé, ahora vestido a la usanza de los criollos con camisa blanca, zapatos y sombrero, se convirtió en un líder natural de su gente, capaza de elevar memoriales a las autoridades locales. Era un líder respetado y querido que además fungió como amanuense del gobernador de los cholos, como se llamaba a los indígenas de esas regiones.

Revolución

En el año de 1900, tuvo lugar la primera invasión revolucionaria de las tropas liberales contra el yugo de los conservadores y los adeptos a la “regeneración” que había provocado el régimen inaugurado por Rafael Núñez en Colombia. Este nuevo régimen había acabado con el federalismo, lo que a su vez había convertido a Panamá en un simple departamento, hiriendo de muerte al autonomismo panameño y marcando definitivamente el camino de la separación.

Aquella primera invasión liberal que combatía al régimen conservador en el istmo la comandaba el general Belisario Porras. La campaña liberal libró y venció batalla tras batalla: Penonomé, Antón, Chame, La Chorrera hasta el desastre de la batalla del Puente de Calidonia, el 26 de julio de 1900, en lo que entonces eran las afueras de la ciudad, cerca de la estación del ferrocarril. Allí el general conservador Carlos Albán le infligió una brutal  derrota al ejército liberal. Casi un millar de muertos se cobró aquella batalla, la mayoría del bando liberal.

Victoriano, que aún no tenía clara una filiación política, pero entendía claramente que a los cholos de las montañas les convenía combatir la opresión y postración en las que los tenían sumidos los conservadores, se unió a las fuerzas de Porras desde la retaguardia, colaborando con los rebeldes aunque sin entrar en combate directo.

Tras el desastre de Calidonia, Lorenzo y sus huestes se retiraron a sus montañas, llevándose consigo el armamento que pudieron rescatar de la contienda. Alertadas de esto, las tropas oficialistas los persiguieron hasta las cercanías de su refugio montañoso en La Negrita.

La guerrilla

Ante este acorralamiento, Victoriano y su gente deciden contraataca y forman guerrillas que pese a estar mal armadas, son capaces de dar rápidos y contundentes golpes de mano a las fuerzas conservadoras y ocultarse sin darles apenas tiempo de reaccionar. La temeridad y eficacia de aquellos hombres, les va ganando fama y se vuelven el terror de sus adversarios.

Así, poco a poco, las tropas de Victoriano van haciendo retroceder a las huestes conservadoras que se ven obligadas a abandonar las montañas, replegarse primero en Penonomé y luego huir hacia el puerto de El Gago, donde se producirá una violenta batalla el 10 de octubre de 1901.

Tras ese triunfo de Victoriano en las montañas coclesanas, se produce un segundo desembarco revolucionario, al mando del general Benjamín Herrera en Tonosí. A esta nueva campaña se unen de inmediato Porras y Victoriano, con la misión de avanzar hacia la ciudad de Panamá.

El general Lorenzo

Los triunfos en el terreno militar de parte de Victoriano hacen que sea rápidamente promovido al grado de general del ejército liberal, miembro de su Estado Mayor, vistiendo el uniforme de rigor.

Las victorias del general de los cholos, no cesaban. Su división enfrentó a los batallones que defendían el Cerro el Vigía en Aguadulce, la posición más fortificada de ese lugar. La campaña de Benjamín Herrera seguía avanzando hacia la capital, y las fuerzas de Lorenzo mostraron ser las más aguerridas y combativas.

Sin embargo, en el territorio colombiano, la suerte de los liberales había sido adversa. Así se llega el 21 de noviembre de 1902 a la firma de la paz en el acorazado Wisconsin de las fuerzas de Estados Unidos, que patrocinó el cese de las hostilidades pues no convenían a sus intereses. En la mesa se sentaron los representantes de las fuerzas en pugna, liberales y conservadores y convinieron en poner fin a la guerra.

Paz y martirio

Victoriano, quien se encontraba en las cercanías de la población de San Carlos, cerca de la capital, se ve obligado a acatar lo pactado. Sin embargo, un incidente acaecido poco después, cuando en aparente estado de ebriedad, se niega entregar las armas, es interpretado como una negativa del cholo a honrar los compromisos de paz. Esta excusa es aprovechada por las fuerzas conservadoras para detenerlo y acusarlo de delitos comunes para poder enjuiciarlo. Se violaron todos los acuerdos y previsiones de la paz del Wisconsin al tratar al general Lorenzo como un criminal común.

Pese a las protestas, Victoriano es condenado a muerte. Sus enemigos le temían aún cautivo. El 15 de mayo de 1903, Lorenzo enfrenta al pelotón de fusilamiento en el Cuartel de Chiriquí, donde ya mucho tiempo atrás había estado prisionero. Esta vez no saldrá de allí con vida.

Dicen que antes de caer abatido por la descarga de fusilería dijo esto: “Señores, oíd una palabra pública: ya sabéis de quien es la palabra. Victoriano Lorenzo muere. A todos los perdono. Yo muero, como murió Jesucristo”.

 

Referencia:         

Carles, R. D. Victoriano Lorenzo, el guerrillero de la tierra de los cholos. Alcaldía de Panamá, Comisión del Centenario de la República. Biblioteca del Centenario. Tercera Edición, abril de 2003.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario