martes, 25 de abril de 2023

Universal/Cervantes y Shakespeare, genios paralelos

 


Los máximos exponentes de la lengua española e inglesa respectivamente, vivieron vidas intensas y a veces brumosas en donde su legado se confunde con la leyenda. Guerras, prisiones, contradicciones, extrañas coincidencias y obras que desnudan profundamente la condición humana, componen el abigarrado mosaico de su existencia.

 

Dos hombres misteriosos

Aristides Cajar Páez

Murieron el mismo día, en la misma fecha, pero no tuvieron noticia el uno del otro. Habitaban mundos distintos pero paralelos. Uno era hijo de un carnicero y aprendió a destazar reses antes de publicar versos o comedias. El otro, hijo de un cirujano de la baja nobleza, se batió en batalla y hubo de pasar varias temporadas en cautiverio antes de que su primera y definitiva novela viera la luz. Miguel de Cervantes Saavedra, español y William Shakespeare, inglés, son los máximos representantes de su lengua, cada uno con obras inmortales como “El Quijote” o “Hamlet”. Ambos tuvieron vidas personales desdichadas, a ambos los cubren brumas de incertidumbre acerca de su verdadera historia, hay dudas sobre sus biografías e identidades verdaderas. Ambos fueron genios. Ambos son inmortales.

Las batallas de Cervantes

Cervantes nació en Alcalá de Henares, probablemente el 29 de septiembre de 1547, día del Arcángel San Miguel, razón por la que lleva su nombre. Su padre Rodrigo de Cervantes era cirujano, un oficio modesto dada su condición de hidalgo de bajo rango.

Existe en su biografía una niebla sobre los primeros veinte años de su vida. En 1551 la familia debió salir de Alcalá y habría seguido al padre en varias ciudades debido a los compromisos de su oficio.

Córdoba, Sevilla, Valladolid, serían algunos de los lugares donde habría vivido y crecido durante aquellos inciertos años. Miguel de Cervantes habría estudiado en un colegio jesuita en Sevilla y tal vez en las aulas de la universidad de Salamanca. Se sabe que recibió formación con maestros particulares.

Andariego, explorador de ciudades y de la vida en ellas, habría absorbido la vida y costumbres de la época, estampas que luego recrearía en sus obras literarias. No se sabe la razón exacta, pero Cervantes viajó a los veinte años a Italia. Quizás fue su espíritu curioso y aventurero, ávido de conocimientos y experiencias. Aunque también se especula de que tuvo problemas con la ley, pues existe una orden de prisión de la época contra un “Miguel de Cervantes”.

 

La aventura italiana

Se fue a Italia en el año de 1569 y allí estuvo al servicio del Cardenal Aquaviva. Más tarde se alistaría en el ejército. Es en esta época donde ocurre la famosa batalla de Lepanto (1571), contra los turcos, en donde, luchando a órdenes de Juan de Austria resulta con heridas, una de ellas en su mano izquierda. Ese lance de guerra le ganaría un apodo equívoco: “el manco de Lepanto”, pues en realidad no perdió la mano en aquella batalla, aunque sí debió cargar las secuelas de la lesión por el resto de su vida. Tan cierto es que no quedó lisiado, que, tras recuperarse tomo parte en las campañas contra Túnez y La Goleta.

Embarcado de vuelta a España junto con su hermano Rodrigo, iba con la ilusión de la recompensa por los servicios prestados. Sin embargo, en otro giro del destino, su navío fue capturado por piratas y Cervantes fue hecho prisionero.

Pasaría cinco años cautivo en Argel antes de que fuera rescatado por unos frailes y pudiera regresar a su patria.

Esa década larga que estuvo ausente de su país fue rica en vivencias y aventuras, pero también en cultura y libros. Cervantes bebió del espíritu renacentista italiano y su literatura, que llegaría luego a estar presente en su obra.

 

Retorno y pobreza

En 1580 retorna a España, pero no encuentra la recompensa a sus batallas ni penurias. Va a deambular por Madrid y Portugal, errando sin encontrar un lugar donde establecerse. Es en estas trashumancias donde se hace escritor. Intenta en el teatro, en procura de alguna popularidad que le garantice rédito económico. No parece que vaya a funcionar.

Tuvo una hija natural, Isabel de Saavedra, antes de casarse con Catalina de Salazar en 1584. Se muda a La Mancha, a la tierra de su mujer, lugar que luego quedaría retratado en su más famosa novela.

La pobreza no lo abandona y apenas tiene empleos humildes donde gana lo justo. Va a vivir unos diez años en Sevilla, pero viaja mucho por los pueblos de Andalucía tratando de ganarse la vida como pueda.

En 1597 lo envían a la cárcel en Sevilla, debido a la quiebra de un banquero con el cual Cervantes había depositado dineros públicos. Ya había previamente intentado hacer la América, pero sin éxito. De nuevo estará preso en 1602 en Sevilla. Tras ese amargo presidio se irá para Valladolid en 1604.

 

Consagración y fin

Entre tantos vaivenes ya ha tenido tiempo de completar “El Quijote”, su obra máxima, publicada en 1605, la cual conoce el éxito de inmediato. Pero la popularidad no le trajo la prosperidad económica que esperaba y más bien generó algunas envidias entre los escritores de entonces.

Andando el tiempo se establece en Madrid. Poco a poco, la situación de Cervantes se estabiliza, lo que le permite continuar publicando. Así, aparecen las “Novelas ejemplares” (1613), la segunda parte de “El Quijote” (1615) y termina “Persiles y Segismunda”, la cual no llegará a ver publicada en vida, pues sale a la luz de manera póstuma en 1617.

El 23 de abril de 1616 Cervantes fallece en Madrid. Tal vez no lo supo, pero ya había alcanzado la inmortalidad.

 

El drama de Shakespeare

William Shakespeare nació el 23 de abril de 1564 nació Stanford on Avon. Era hijo de Mary Arden y de John Shakespeare, quien era un pequeño comerciante. Tenía tres hermanos, y como ellos, asistió a la escuela municipal, donde se destacó sobre todo en Gramática y latín.

No hay claridad sobre esta etapa de su vida, pero se sabe que la familia afrontó penurias económicas que alejaron a William de sus aficiones culturales y que debió ayudar a su padre en el negocio de la carnicería. Se dice que a los 15 años ya había logrado una gran habilidad para destazar reses.

Sobre la correcta grafía de su nombre también hay discrepancia. Los lingüistas han debatido sobre la forma correcta de su apellido, puesto que Shakspere, Shakespere, Shakespear y Shakespeare serían todas formas correctas de una voz que inicialmente habría significado algo así como “agita-lanza” o “lanza sacudida”, lo cual estaría reflejado en el escudo de armas de la familia.

Y así, entre sangre, vísceras y cuchillos habrían nacido los primeros poemas de este oscuro joven que no sospechaba aún lo que el destino le deparaba.

A los 18 años se casaría con una chica de pueblo que le llevaba casi una década, Ana Hathaway, y a la que había conocido durante una borrachera en medio de apasionadas lecturas a voz en cuello de los autores clásicos.

Por supuesto, ese matrimonio no le ayudó a mejorar su situación. Muy joven tuvo tres hijos con su esposa, dos niñas y un varón, pero pronto se sentiría agobiado por la vida familiar y la imposibilidad de poderles proveer adecuadamente y, además, aburrido por la diferencia de edad de su mujer.

 

El descubrimiento del teatro

Desempeñó diversos oficios, fue maestro de escuela, escribiente, cazador furtivo, oficio este que le habría llevado a tener problemas con la justicia, por lo cual terminó en Londres, huyendo de largo brazo de la ley. Allí se dedicó a cuidar caballos cuyos dueños dejaban a la entrada de los teatros. Ese oficio terminaría por descubrirle un mundo que lo cambiaría para siempre.

Sin abandonar el ambiente de los teatros, se convirtió en carpintero y en alguna ocasión empezó a tener algún papel fugaz como extra en aquellas paródicas obras de aquel tiempo que buscaban sobre todo divertir a la puritana sociedad inglesa de la época.

Poco a poco Shakespeare se fue introduciendo en el mundo del teatro y empezó a actuar, labrándose una fama notable como intérprete. Habiendo empezado desde lo más bajo en el Black Friars, uno de los teatros más concurridos de ese entonces, se destacó después entre los locales más elegantes como The Globe.

Así mismo se convirtió en director de compañías teatrales y empezó a adaptar obras para su repertorio escénico.

Las obras

La primera obra original escrita por Shakespeare, al margen de su producción poética de entonces, fue “Love’s labour lost” en 1591. Le seguirían “Comedy of errors” y “Two gentlemen of Verona”.

Apenas un año más tarde, en 1592, escribiría una de sus obras más famosas y que le depararía fama universal: “Romeo y Julieta”, su primera tragedia. A esta le seguiría la aclamada “Ricardo III”.

A los 30 años de edad, Shakespeare alcanzaría la plenitud de su obra con “El mercader de Venecia”. No hay certeza del año exacto en el que se escribió, si fue en 1594 o 1595.  En esta última fecha habría escrito “Sueño de una noche de verano”, otra de sus grandes creaciones. Y en 1596, escribe “La fierecilla domada”.

En ese año resuelve regresar a su pueblo natal para pagar las deudas de su familia y comprar la mejor casa disponible, con suficiente terreno para sembrar un amplio huerto. Siguiendo con la línea de sus obras inspiradas en personajes históricos, escribe por aquella época “Enrique IV”.

Sin detener la prolífica producción de su pluma, habrá que esperar a 1601 para que vea la luz la que quizás sea su obra más famosa: “Hamlet, príncipe de Dinamarca”. En 1604 llegaría “Otelo, el moro de Venecia”.

Un año más tarde, en 1605, aparece “El rey Lear”. Y al siguiente “Macbeth”, obra que algunos críticos han llamado “la tragedia por excelencia”. Shakespeare no se detiene. Su pluma sigue produciendo, imparable. Así llegamos a 1611, con “La tempestad”, donde resalta su condición de poeta.

En 1597 se produjo la muerte de Hannet, el hijo varón de Shakespeare y Ana Hathaway. Su padre, John Shakespeare, fallecerá en 1601. En 1603, muere la gran protectora del dramaturgo, la reina Isabel.

Acto final

Se sabe que tubo muchas aventuras amorosas y que incluso tuvo un hijo con la propietaria de una hospedería, el cual también tuvo por nombre William.

Luego de que sus hijas se casaran, en el año de 1616, se retiró, cansado y enfermo, a su pueblo de Stanford-on-Avon. El 25 de marzo hizo su testamento y el 23 de abril, 52 años después del día exacto de su nacimiento, moriría, habiendo cambiado para siempre la literatura inglesa.

 

Referencias:

Del Río, Ángel (1996), Curso de literatura española. Volumen ¡. Ediciones B. Barcelona, España.

Shakespeare, William. Hamlet y Macbeth. Prólogo y notas de Juan Alarcón Benito. Colección Clásicos de Siempre, Ediciones Fraile. 1995. Madrid, España.

 

 

 

 

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