De cómo un jurista y político istmeño, que fue embajador y congresista de la Colombia del siglo XIX, se convirtió en el mayor defensor de una "nación" panameña que no alcanzaría a ver convertida en República. La visión de Arosemena, promotor del federalismo dentro de la unión colombiana, recorre la historia del Istmo y resalta las peculiaridades del país, alertando además de las nacientes ambiciones imperialistas de Estados Unidos, no solo sobre Panamá sino sobre todo el continente.
El “papá” de la nación panameña
Aristides Cajar Páez
Justo Arosemena es llamado, con
justicia, “padre de la nacionalidad panameña, pues fue quien sentó las bases
conceptuales, jurídicas y políticas de aquello que, medio siglo después de haberlo
prefigurado, sería conocido como la República de Panamá, en 1903.
Pese a que Arosemena construyó su
concepto autonomista nacional panameño para existir dentro del seno de un gran proyecto colombiano del siglo XIX (y de allí su idea federalista), no es menos cierto que en sus ensayos
y escritos, en particular “El estado federal de Panamá”, ya estaban planteados todos
los elementos necesarios para la construcción de una nación independiente y soberana.
Origen y formación
Arosemena nació el 9 de agosto de
1817 en la ciudad de Panamá, en el seno de una notable familia de la élite
istmeña vinculada al comercio. Se doctoró en Derecho en Colombia en 1938. y viajó
a Estados Unidos dos años después para publicar un libro. Allí pudo conocer de primera mano la realidad de la pujante nación norteña, que se había construido sobre la base de
una unión de estados federales, con amplia autonomía para cada uno.
Durante su estancia universitaria en Colombia, presenció el acalorado debate
entre federalistas y centralistas, liberales y conservadores, causante de frecuentes convulsiones políticas en ese país al cual el istmo se hallaba unido de forma voluntaria
desde 1821, tras su independencia de España, y resentía los vaivenes de sus agitadas y a menudo violentas luchas partidistas y sectarias. .
Arosemena viajó como embajador colombiano por Perú, Chile, Bolivia y Nicaragua, experiencia gracias a lo cual se
familiarizó de primera mano con la realidad latinoamericana, (Latinoamérica no
era un término no muy en boga aún en esa época y Arosemena fue uno de los
primeros en utilizarlo).
También fue diplomático en
Francia, Inglaterra, y Estados Unidos, antes de postularse como legislador al
congreso colombiano, donde defendería vigorosamente la idea autonomista de
Panamá.
Del Estado del Istmo al Estado Federal
La primera experiencia
autonomista panameña propiamente dicha, ocurrió tras el estallido de la llamada
“guerra de los supremos" en Colombia. El istmo cortó temporalmente sus lazos
con Bogotá, y Arosemena participó activamente de ese efímero gobierno
(1840-1841) liderado por el general Tomás Herrera.
De los varios intentos
separatistas del siglo XIX ocurridos con antelación, fue este el primero que produjo
un gobierno propiamente dicho y una Constitución. Arosemena fue el
redactor de la mayoría de los textos jurídicos y administrativos de aquel
experimento y apoyó decididamente ese primer proceso constituyente del Istmo,
hasta que en 1841, al retornar a la unidad colombiana, terminó aquel proyecto autonómico que claramente apuntaba al
federalismo como la forma ideal de gobierno para para Panamá.
Una década después, Arosemena,
desde el congreso de Colombia, trataría de que se aprobara un proyecto plenamente federalista para Panamá, pero este, pese a lograr
el aval del legislativo colombiano, no llegaría a implementarse en ese momento,
a causa de la rebelión del general José María Melo.
Estas experiencias dan como fruto la ya citada
obra “El Estado Federal de Panamá”, donde Arosemena argumenta las razones que
apoyan su proyecto autonomista y explica las particularidades del istmo
panameño: su posición geográfica excepcional, su singular historia desde la época colonial española, cuando contó con su propia Real Audiencia y una organización política que aunque
estuvo sujeta a los virreinatos del imperio español (Perú; Mueva Granada)
siempre tuvo un amplio margen para actuar con independencia, al punto de que
reportaba sus actos de gobierno primero a la corona española y después a los
virreyes americanos.
Tendría que esperar hasta 1855,
una vez apaciguada la situación en Colombia, ´para que el Estado Federal se
convirtiese en una realidad política para el istmo e irradiara su influencia
hacia el establecimiento de una forma de gobierno más autonomista en la propia
Colombia (los Estados Unidos de Colombia y la Confederación Granadina).
Presidente efímero
Arosemena fungió como presidente
provisional del Estado Federal del Istmo durante solo dos meses. Las
acusaciones de nepotismo y las discrepancias con otros miembros de su gobierno
le llevaron a renunciar. Sin embargo, su administración alcanzó a cubrir el
período en el que se redactó la Constitución del Estado Federal, que contenía
muchas de sus ideas y conceptos.
La vida del experimento
federalista de Arosemena se extendería, con sobresaltos y un desempeño
irregular, durante los siguientes 30 años. En 1885, el presidente colombiano Rafael
Núñez decidió abolir la constitución de Rio Negro, que había amparado el
federalismo en Panamá y otras partes de Colombia y retornar a un régimen
centralista de tendencia conservadora durante la llamada “regeneración”, donde
Panamá fue convertida en un departamento más de dicha república.
Este hecho, a la larga sería una
de las causas que desencadenarían la separación de Panamá en 1903.
Arosemena, partidario de la ruta interoceánica de Panamá, cuyo potencial consideraba
que el país debía aprovechar, siempre alertó, empero, sobre las ambiciones
imperialistas de la naciente potencia de los Estados Unidos, no solo en Panamá
sino también en el resto de la América Latina.
Las ideas de Arosemena sobrevivirían
a su autor, quien no llegó a conocer la república que inspiró, pues moriría un
año después que su proyecto federalista (1886) en la ciudad de Colón, en el
caribe panameño.
Referencias:
Arosemena, Justo. "El Estado Federal de Panamá". Bogotá, 1855.
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