El 20 de diciembre de 1989, Estados Unidos movilizó a unos 26 mil soldados hacia Panamá, en una de las operaciones militares más grandes desde la Guerra del Vietnam. El enemigo: el general Manuel Antonio Noriega, al que Washington acusaba de complicidad con el narcotráfico internacional y de amenazar el tránsito por el Canal de Panamá. En el país, Noriega ocupaba el poder de facto al frente de un estamento militar corrupto y seguidores civiles que habían desvirtuado la causa nacionalista del general Omar Torrijos para la recuperación del Canal en la década anterior. La invasión, que dejó una cantidad aún indeterminada de muertos y graves daños en Panamá, abrió para el poder norteamericano una era de intervenciones como las de Irak y Afganistán, en un mundo posterior a la Guerra Fría.